viernes, 3 de agosto de 2012

OTRA QUE GANA PETRO, CONTRA LA DESINFORMACIÓN.

Editorial: No jugar con el agua

Editorial

"Editorial: No jugar con el agua"
La forma como se ha abordado el debate reciente en torno a la calidad del agua que consumen los bogotanos ha sido poco menos que desafortunada. A las denuncias sobre la supuesta presencia de agentes contaminantes en el líquido le sobrevino una polémica que terminó en amenazas de denuncia por parte de la Alcaldía y en un debate político de tono oportunista.
Según se informó inicialmente, una muestra tomada en el suroccidente de la capital reveló que el agua contenía la bacteria E. coli. Y hasta se insinuó de la presencia de bacterias que podrían incidir en un brote de cólera. El Gobierno no tardó en responder. Reconoció la existencia del informe pero dijo que en dos contramuestras posteriores quedó descartada cualquier amenaza de contaminación. Lo propio hizo el Instituto Nacional de Salud, que claramente recomendó el consumo del agua en la capital, aunque advirtió que no podía decir lo mismo sobre otra decena de acueductos veredales.
El debate, si bien sirvió para reiterar que la calidad del agua de Bogotá está, incluso, muy por encima de los mínimos de salubridad permitidos, dejó sembrados no solo un mar de rumores, sino la duda de cuál era el alcance que se pretendía, pues no estamos hablando de un recurso cualquiera sino de un tema a cual más importante para el conjunto de la sociedad. De ahí que todo lo que se insinúe sobre el mismo, para bien o para mal, debe hacerse con rigurosidad y sumo cuidado.
Así como a las autoridades les asiste la obligación de informar sobre la más mínima anomalía que pudiera atentar contra las condiciones de un bien que emana vida, es deber de la sociedad en su conjunto -incluyéndonos a nosotros, los medios de comunicación- una pausa y una investigación a fondo a la hora de abordar este tipo de temáticas. Las denuncias a medias son tan nocivas como las respuestas vagas y altisonantes, pues en últimas pierde la ciudadanía, que, perpleja, asiste a un debate en el que no sabe a quién darle la razón.
Para evitar suspicacias, el Acueducto haría bien en expedir reportes periódicos a la luz pública para que la gente esté enterada de la pureza del agua que consume.
En medio de esta tempestad, resulta aleccionador apelar al consejo que hemos aprendido de las madres desde la infancia: con el agua no se juega.
editorial@eltiempo.com.co

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